Aceptémoslo. Existen todo tipo de negocios. Existen negocios de las más variadas categorías. Existen negocios de todos los tamaños , formas y hasta colores.
Está el negocio más antiguo del mundo, están los más modernos. Tradicionalmente el ser humano ha demostrado ser un gran negociante, y en muchas ocasiones ha sido capaz de hacer grandes cosas con sus negocios. El molinero negocia con su mercancía ,la prostituta con su cuerpo, el escritos con sus letras, el zapatero con sus zapatos, el herrero con sus herramientas, el frutero con sus frutas...
Porque el ser humano siempre he tenido que vivir de algo, y siempre ha tenido el ingenio muy agudizado, especialmente en épocas de crisis, en las que se ha visto obligado a agudizarlo aún más. En épocas de bonanzas y abundancias ha visto como su negocio ha crecido exponencialmente, otorgándoles pingües beneficios a su bolsillo.
Los negocios han evolucionado con el tiempo. Han ido cambiando , adaptándose y tomando la forma que las circunstancias han requerido. Porque a fin de cuentas al final de lo que se trata es de sacar algún beneficio, dando igual el que este sea: Dinero, especias, gloria y ¿fama? , reputaciones...
Al final el negocio es reduccionista en fondo. Muy ajustado en ocasiones, poco en otras. Recíproco y sano o por el contrario competitivo y agresivo. Existe el negocio mercantil , el negocio oportunista, el negocio de cara al público, el negocio al por mayor, ... pero rara vez el negocio es altruista. Porque si lo fuera ya no seria negocio, sino que sería otra cosa. El negocio siempre mira hacia uno mismo, hacia el depositario. Porque a fin de cuentas de eso se trata el negocio ¿no?
Algunos han demostrado tener buen ojo para saber reconocer en donde se encuentra en un momento determinado el buen negocio. Son gente que ha nacido con espíritu comercial específico. Gente con gran vocación para negociar. Son... "gente de negocios" . Gente con olfato fino y en ocasiones , pocos escrúpulos.
Es en estos casos en los que el negociante se empieza a meter en lo que llamaríamos "Negocios peligrosos". Porque más allá de la clientela, de los proveedores, de las vías de contacto , de la oferta y de la demanda... el principal ingrediente para que los negocios existan y se lleven a cabo a buen término , es ni más ni menos que ... los negociantes . Y los negociantes son "Personas" , son "seres humanos".
Así pues para que un buen negocio llegue a concretarse de manera satisfactoria debe de existir una honestidad , un buen hacer y una honradez en lo que "se hace" y "se negocia" . Debe de haber tacto y sensatez y no debe de haber lugar ninguna para el abuso por ninguna de las partes.
Todo negocio es un contrato. Ya sea tácito, explícito , implícito , de letra o de palabra. Y ese contrato debe tener cláusulas claras , no abusivas ni engañosas. Porque al final, y a fin de cuentas , las personas , parte contratada y parte contratante deben de seguir unos supuestos y dictados firmes y benévolos . Y debe de primar un respeto y transparencia que de lugar a cierta confianza. ¿Qué sería de los negocios sin cierto índice de respeto y confianza?
Seamos sinceros con nosotros mismos, y pensemos que muy lejos no podrían llegar sin el cumplimiento de estos requisitos.
Pero a veces la rueda deja de girar correctamente, los engranajes viejos o alguna pieza defectuosa hace que este sistema empiece a mostrara anomalías y complicaciones en sus circuitos internos. a veces el negocio empieza a nadar en aguas demasiado profundas y se va distorsionando la claridad de los supuestos anteriormente mencionados... Y entonces uno empieza a preguntarse ¿Donde empieza y acaba el contrato? , ¿De qué clase de negocio estamos hablando?
Como negociantes y negociadores debemos preguntarnos hasta qué punto es seguro, honesto, transparente y conveniente ese negocio. Pues muchas veces lo que pone en la ley o en la letra pequeña del artículo puede permitir cosas que , no obstante , deberíamos desechar de nuestra moral rápidamente. Cosas que no son o no deberían ser compatibles con lo que un negocio deseable debería de representar y suponer. Debemos preguntarnos entonces si queremos realmente embarcarnos en esa aventura que quizás podría , a la larga, no acabar demasiado bien .
Porque... si, ¡es cierto! , que podría ser algo que nos reporte ciertos beneficios en un momento dado, pero ¿y al final? Al final ¿podríamos salir ganadores en todos los ámbitos y facetas del negocio , o habría que pagar cierta contrapartida en concepto de un "negocio fallido" o con ciertas deficiencias o desventajas ?
Es por tanto importante que el negociante que va a embarcarse se pregunte hasta que punto ese negocio es honesto, limpio y provechoso , y cuantas posibilidades tiene ese negocio de reportarnos prosperidad, tranquilidad y beneficio razonable objetivo. Porque en el complejo y resbaladizo mundo de los negocios no es oro todo lo que reluce. Hay que manejar supuestos y condicionales. Hay que saber tomar riesgos y oportunidades. Hay que ser competente y a la vez competitivo. Y sobretodo hay que saber estar a la altura respetando al terreno y a la competencia que en este terreno habita y se mueve , compartiendo espacio con nosotros.
En definitiva , hay que saber embarcarse en la aventura del negocio, con pies de plomo , mirada inquisitiva y justas y razonables ansias de triunfo. Con realismo y sana ambición. Pero sobretodo con honestidad , mucha mucha honestidad. Escudriñando el terreno y sabiendo uno retirarse a tiempo en caso de necesidad . Haciéndonos continuamente autoanálisis y análisis de lo que hay alrededor para poder contestar , en caso necesario a una pregunta realmente muy importante.
¿Qué probabilidades tiene esto que tenemos delante de convertirse en un "Negocio Peligroso" ?
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